En realidad, el debate debe centrarse en la clonación de humanos. Respecto de las especies animales o vegetales, son pocos los perjuicios que se pueden citar, dado que la clonación ha contribuido a la obtención de animales de laboratorio idénticos entre si, a plantas mas resistentes o incluso a evitado la extinción de alguna especie; aunque todavía se puede alegar que la experimentación con animales es cruel.
Pero cuando hablamos de clonar seres humanos, el debate toma temperatura. Es muy probable que las personas con algún tipo de creencia religiosa estén en contra de la clonación. Por lo general, se escuchan frases como “jugar a ser Dios” o similares, con las que es difícil razonar. Desde la vereda de los científicos, frecuentemente se sostiene que el proceso de clonación de humanos podría solucionar una gran cantidad de problemas médicos.
Pero a pesar de lo que la gente imagina cuando oye la palabra “clonación”, la inmensa mayoría de las veces un experimento de este tipo no termina con un nuevo ser vivo, sino que solo se obtienen copias de unas pocas células. En general, para ser utilizadas con fines médicos. Este tipo de clonación, quizás menos conocido y resistido, es el que hemos llamado “clonación terapéutica”, que ha demostrado ser útil en el tratamiento de enfermedades genéticas, degenerativas y autoinmunes.
Como una desventaja suele emplearse frecuentemente el razonamiento siguiente: “La familia es el pilar de la sociedad. ¿Que pasa si cambiamos la forma en que creamos los bebes?” La respuesta, por supuesto, es sencilla. No pasará nada. De la misma manera que un bebe concebido in-vitro es un bebe perfectamente normal y aceptado, el que sea fruto de la clonación de uno de sus padres también lo será.
En conclusión, debemos dejar de lado la idea de que el clon será un calco del dueño de la célula que le dio vida. Físicamente será como un gemelo idéntico, pero mentalmente crecerá como una persona completamente independiente de las experiencias de su “padre”.